Gamay por Pinot Noir

– ¿Alguien tiene alguna pregunta?

– Yo tengo una. Quiero saber qué significa cuando se dice que un vino es licoroso.

– Ah, muy buena pregunta. Así se les llama a los vinos que muestran demasiado alcohol en nariz.

– ¡Oh! Muchas gracias.

– De nada. Estoy a sus órdenes.

Por Rafa Ibarra

¿A nuestras órdenes? Sí, pero para mal informarnos. Lo que acabo de reproducir es una de tantas situaciones que a veces se presentan durante catas de vino en las que nuevos enófilos, deseosos de aprender, salen de estos eventos cargados de información incorrecta. A saber, se llama vinos licorosos a aquellos que son encabezados o fortificados con alcohol, como es el caso del Oporto. No quiero imaginar lo que contestaría el expositor al preguntarle sobre los vinos de aguja; posiblemente terminaría dando una explicación de corte y confección.

El positivo auge que está teniendo en nuestro país el consumo del vino hoy día ha propiciado que cada vez se realicen más eventos donde se degusten vinos u otras bebidas, tales como Tequila o Whisky. Me he enterado de congresos de diferente índole, presentaciones de equipos, de software y hasta eventos inmobiliarios cuya última actividad del día es una cata; algunas veces conducidas por reconocidos sommeliers o por personas avezadas en el tema. Esto me parece estupendo, además de ser una manera divertida de terminar un largo día dentro de un salón de conferencias.

Pero lamentablemente sucede, por un lado, que no hay tantos especialistas reconocidos en el país para atender tantos eventos, o que el organizador no quiere pagar por sus servicios y decide contratar a alguien más barato, que resulta serlo en todos los sentidos. Tenemos así a gente que está aprovechando esta oportunidad y presenta como sus credenciales un par de cursos o diplomados sobre vino a los que asistió y así dirige una cata. No tienen gran conocimiento, pero sí mucha labia y capacidad histriónica para mantener entretenidos a los asistentes. Y es bien sabido que en el reino de los ciegos, el tuerto es rey.

Aún somos, como país, neófitos en la cultura del vino. Por encomiable que sea el esfuerzo de algunos por expandir este tema entre la población, creo que si la información que se da no es la correcta, ese esfuerzo resultará estéril, y en el peor de los casos, contraproducente.

Claro, tampoco aseguro que alguien sólo por obtener su título de sommelier (tras pocos o muchos años de estudio) sea completamente confiable. He conocido personas sin dicho título que en verdad saben muchísimo, así como he conocido a algunos titulados que nomás no rebuznan porque no se saben la tonada. El ”papelito” no es realmente el que hace la diferencia; es el grado de compromiso, estudio, seriedad y pasión que se pone en el tema el que distingue. El oportunista sencillamente carece de esto.

Creo que lo adecuado es que dejemos este tipo de actividades a gente realmente preparada y experimentada, ya que ese es su trabajo de todos los días.

¿Qué es lo mínimo que se puede esperar del expositor en una cata? Pues que conozca muy bien el producto que representa, además de que haya estudiado algunas generalidades, como lo es el famoso glosario de cata, términos que tarde o temprano surgen y que deben saberse al dedillo. Y si algo que les preguntan no lo saben, acéptenlo, pero sobre todo, por favor, no salgan con una barrabasada como respuesta para salir del problema. Créanme que quedan peor y pierden toda credibilidad.

Miguel de Unamuno dijo algo con lo que estoy de acuerdo: «Más de una vez he dicho que prefiero un libro que me hable como un hombre, a un hombre que me hable como un libro». Pero sólo en este caso pasaría por alto esa declaración (pues es insufrible quien no puede dar su propia opinión) y preferiría que me recetaran una respuesta mecanizada, pero correcta.

Finalmente la recomendación para nosotros sería leer y estudiar sobre este maravilloso tema que nos apasiona, pues de esta manera podremos reconocer cuando nos estén dado gato por liebre, o Gamay por Pinot Noir.

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