Festival de las Conchas y el Vino Nuevo, Ensenada (México)

Es uno de los secretos mejor guardados de la capital del vino mexicano, en cada ocasión que tengo de platicarlo, invariablemente mi interlocutor pregunta ¿y eso qué es? por eso les comparto esta sencilla explicación y galería de imágenes.

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En pocas palabras “Las conchas” –nombre local para el festival– es una forma de enseñar el potencial que tiene Ensenada como productor de mariscos de concha (almeja, ostión, mejillón, abulón, etc.) y de vinos blancos y rosados, como dirían los norteamericanos “a match made in heaven”, una pareja hecha en el cielo.

Oficialmente, la agenda comprende dos días de actividades centrados –o no, depende de la temporada– en un molusco estrella. El primer día se visitan las granjas o comunidades productoras y se hace la “pesca” del día. Cuando el grupo regresa de la visita, se tienen algunas pláticas por parte de productores, dirigidas a restauranteros y demás profesionales de la industria, luego se encienden los asadores y se abren las hieleras, para que cada asistente prepare a su gusto las conchas de su preferencia –las palabras clave: variedad y frescura, todo está vivo– ya sea al natural, en coctel o a las brasas. A esta reunión informal asisten algunos productores de vino, otros más de conchas, y los chefs invitados de importantes restaurantes de todo México.

El segundo día es el festival en sí, llevado a cabo tradicionalmente en la terminal de cruceros del puerto de Ensenada, donde se montan “stands” de restaurantes locales, productores de conchas y productores de vino por igual, para que cada quien demuestre a los asistentes sus productos, mientras que en una cocina de demostración, los chefs locales e invitados preparan algunos platillos a base de conchas explicando todo el proceso. Regularmente se pueden probar vinos blancos y rosados recién embotellados, todavía sin etiqueta; ostiones de diferentes variedades y técnicas de crianza; almeja generosa o “chiluda” como se conoce localmente; y en ocasiones jaiba y abulón vivo.

Extraoficialmente, además de probar las suculentas y fresquísimas conchas, lo que para mí representa el festival, es una excelente oportunidad de recorrer Ensenada y sus valles, conocer nuevas bodegas, platicar con amigos enólogos y productores sin prisa, disfrutar de una tarde soleada pero fresca a la orilla del mar jugando petanca en Boules y probar los mejores vinos de México sin necesidad de protocolo. CV.

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