Recorriendo nuevas bodegas: Finca La Carrodilla – #VinoMexicano

El paisaje en los caminos de San Antonio de las Minas, Toros Pintos, San Marcos y el Valle de Guadalupe cambia rápidamente. Las bodegas parecen estar floreciendo y se ven viñedos nuevos a placer. Aquí les dejamos una pequeña muestra.

Por Carlos Valenzuela.
@cevalenzuela

El calor apenas se empieza a sentir en San Antonio de Las Minas mientras recorremos lo seis kilómetros que separan Hacienda La Lomita y el nuevo proyecto de la familia Pérez Castro. Fernando al volante de su todoterreno me va platicando sobre los cambios de conceptualización por los que ha pasado la bodega. Es una plática que francamente no termino de entender hasta que entramos al predio y nos recibe la fachada de La Carrodilla.

“Esto empezó como una idea muy práctica tener instalaciones y viñedo suficiente para poder responder a la demanda que proyectamos para La Lomita en los próximos años…” comenta Fernando mientras nos estacionamos en el área de maniobras de la bodega, sólo un par de días antes de su inauguración con el movimiento de gente que sólo puede indicar que el tiempo para terminar los últimos detalles ha llegado casi a término.

La plática continúa en el roof garden que servirá como el espacio de degustación para la tienda de la bodega, además de ser un aislante térmico natural para la sala de barricas que yace debajo. Fernando nos platica sobre cómo La Carrodilla pasó de ser un buffer en términos de producción, a plantearse como un proyecto completamente independiente de La Lomita, donde la idea no es el protagonismo personal, sino el del proyecto; como lo dice él mismo “aparecer lo menos posible”.

El proyecto del arquitecto Fernando Ruiz podría parecer como que de repente apareció en el valle, teletransportado desde Napa, Australia o Nueva Zelanda. El edificio principal asemeja por fuera a un granero moderno, un granero que alberga a una bodega de vino.

Los espacios fueron bien pensados, prácticos; definidos en conjunto con el enólogo Reynaldo Rodríguez nos hablan de la capacidad y la calidad de producción que quieren lograr en La Carrodilla (cámara refrigerada para recepción de uva, equipos para la selección grano por grano, movimiento de uva y mosto por gravedad, sala de fermentación a desniveles, laboratorio, sala de barricas y una divertida sala de degustación son algunos de los espacios que denotan la fuerte apuesta por la calidad).

La finca cuenta con 20 hectáreas de viñedo plantado de Shiraz, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Grenache de temporal (de viñas viejas) y Sauvignon Blanc. Una parte de él (viñedo nuevo) es biodinámico y la otra se está llevando con prácticas de agricultura orgánica para asegurar el mejor producto desde el campo.

La Carrodilla cuenta actualmente con tres etiquetas monovarietales que ya se realizaron en la finca con uvas del viñedo propio: Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Shiraz.

La la idea de Fernando y de su familia, es que la Finca sea el centro de una comunidad que no sólo se dedique al vino, sino al impulso de una cultura productiva y por qué no decirlo: creativa, donde se haga también cerveza y otros varios productos con un estricto cuidado de la tierra y el medio ambiente.

Agradezco a Fernando, Juan Ignacio Pérez Castro y a Don Dionisio Othón –propietarios de la vinícola– la oportunidad de conocer este proyecto desde el principio y les auguro un gran futuro.

Me quedo con un muy buen sabor de boca, porque La Carrodilla no es el único proyecto nuevo en el valle, es sólo un ejemplo de la nueva generación de bodegas y  productores de los que veremos –o ya vemos– vinos mexicanos de gran calidad.

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