Sea civilizado, tome vino.

Bienvenido estimado lector a esta primera entrega de lo que espero sea un espacio entretenido para platicar, sin mucha circunstancia, sobre vino y algún otro fermento que nos encontremos en el camino.

Columna originalmente publicada en Ocio, de Grupo Milenio, el 27 de febrero de 2015. Link a nota en Ocio.

Para empezar, primero lo primero. El vino es el producto de la fermentación del mosto de uva. Aquí es donde empieza la historia, y muchas veces también donde se desvirtúa. Si hablamos de vino estamos hablando de fruta, de campo; de un proceso natural, que si bien el hombre ha llegado a dominar para tener productos de gustos cada vez más sofisticados, muy probablemente se hubiera dado de una u otra forma, ya que todo lo necesario para que fermente una uva está en ella misma (la levadura natural se encuentra como polvo blancuzco en la cáscara u hollejo de la uva).

Aunque sus efectos le ganaron fama de divino o ceremonial, el vino se ha tomado prácticamente desde que hay civilización, tal vez ya sea hora de que lo empecemos a ver como un producto del campo que podemos tomar sin miedo, sin ocasión especial.

La fermentación y sus productos –pan, cerveza, vino, etc.– van mano en mano con la civilización, incluso hay quienes creemos que el alcohol está ligado al origen de la vida en la tierra, pero eso será material de otra entrega. La evidencia más antigua del uso de uva en una bebida alcohólica se encontró en Jiahu, China. En el sitio se encontraron vasijas de cerámica de unos nueve mil años de edad –fechadas entre el 7,000 y 6600 a.C.– que contuvieron una mezcla de cera de abeja, ácido tartárico proveniente de la fermentación de uva silvestre y arroz, precediendo a los restos de vino encontrados en Irán y los de cerveza en la antigua Mesopotamia (hoy Iraq). Además de cerámica y la bebida en cuestión se encontraron los instrumentos musicales más antiguos del mundo y símbolos inscritos, lo que nos da a pensar que aunque era un asentamiento muy antiguo, sus residentes destacaban por sus avances culturales.

Así, lo invito a ser tan civilizado como los habitantes de Jiahu: tome vino y cerveza sin miedo, como complemento en una dieta sana y nos leemos en la siguiente entrega de este sacacorchos.

Por Carlos Valenzuela, para Ocio.

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