El Festival de las Conchas y el Vino Nuevo

El gran evento de los vinos blancos mexicanos ocurrió en la terminal de cruceros del bello puerto de Ensenada. He aquí la crónica.

por Esperanza Mendiola

Siempre estoy buscando un pretexto para regresar a Ensenada.

Comienzo a disfrutar desde que salgo del aeropuerto de Tijuana rumbo a Ensenada. El trayecto es hermoso ya que la carretera escénica corre a la orilla del mar, y los paisaje quitan el aliento. Al llegar, siento que llego a casa. Su gente, tan hospitalaria, siempre me hace sentir así.

Esta ciudad es una escala obligada para los amantes del vino y del buen comer. A pesar de ser tan pequeña, la oferta es variada. Está, por ejemplo, el famoso puesto de La Guerrerense, con sus ceviches de jaiba, choro, erizo de mar, bacalao, pepino de mar, recomendado incluso por publicaciones extranjeras. En cada esquina hay un puesto de almejas reina o de tacos de camarón y todos son buenos. Así que para empezar el día lleno de energía, se puede ir a cualquiera de estos o al mercado de mariscos, que brilla por su rica variedad de frutos del mar. Hay tantos buenos restaurantes que se hacen necesarios varios días para poder recorrerlos todos.

Y lo que me llevó para allá: los vinos mexicanos. Si me gustaban antes de conocer Baja California, ahora que conozco a sus productores me gustan más.  Cada vez que abro una botella recuerdo con cariño a las personas que hicieron posible su existencia. Personas dedicadas a la viticultura por pasión, pasión que en algunos casos les ha llevado a hacer de lado sus profesiones para adentrarse en el enigmático mundo del vino.

En esta ocasión mi visita fue para el Festival de las Conchas y el Vino Nuevo, que se hace en unión con los criaderos de almejas, ostiones y mejillones de la región. Diversos restaurantes locales participan elaborando sus propias propuestas de platos con las distintas conchas (como les dicen allá).

Y las vinícolas llevan sus vinos nuevos para armonizar con estos exquisitos manjares. Los vinos nuevos son los vinos que todavía no salen al mercado, vinos de cosechas recientes. Muchos son blancos y rosas de apenas la cosecha 2007. En estos se encuentra una chispeante acidez, muy adecuada para la conchas, y en esta ocasión, para el calor que se desató un par de días antes del evento (el viento proveniente del desierto, mejor conocido como “Santana” llegó sin avisar).

Incluso algunos se embotellaron para este evento y se presentaron en botellas sin etiqueta. Hasta hubo quien prefirió llevar la barrica y servir directamente de ésta.

Fernando Martin de Valmar presentó su vino de una noche. Este vino de cabernet sauvignon estuvo sólo una noche en contacto con sus hollejos, dando un vino rosado de intenso color frambuesa, muy aromático, y con muy delicioso y refrescante ataque. También llevaba su ya famoso y exquisito chenin blanc, ambos muy adecuadoso para esa calurosa tarde.

Christoph Gaertner de Vinisterra obsequió un Viña Dominó rosa, elaborado con granache, así como un Viña Dominó blanco, ensamble de viogner-palomino-moscato canelli. Ambos vinos muestran las notas minerales características de los vinos de Baja, que han hecho a esta región tan singular, ideales compañeros de ostras.

Jose Luis Durand de Sinergi VT llegó con Coco, un excelente vino rosado, de delicadas notas de fresa y frambuesa, sedoso en boca.

Pau Pijoan, de Viñas de Pijoan, nos deleitó con su blanco Silvana, ensamble de chenin-chardonnay-sauvignon-moscatel, de gran expresión aromática, carácter frutal y un largo final.

Don Miller, de Adobe Guadalupe, se acompañó de su angelical Uriel, vino rosa, resultado de la mezcla de cabernet franc-tempranillo-grenache-chenin blanc-moscatel-viogner-syrah, vino siempre fresco y alegre.

Marlene Ríos, de Barón Balché, presentó un delicioso vino blanco, resultado del ensamble de uvas sauvignon blanc-chenin blanc-viogner, que incluso llegó al evento en garrafas ya que todavía no lo han embotellado.

Todos los vinos que aquí menciono fueron cosecha 2007, aunque se presentaron también algunos vinos tintos de cosechas anteriores, vinos con mayor complejidad, que se han guardado celosamente hasta que llegue el momento adecuado de salir al mercado. Pero debido a la circuntancias climáticas y el menú que se ofrecía, se me antojaba más probar los blancos y rosas.

Y aunque quise probar todos los vinos y conchas que ahí se presentaron, me resultó humanamente imposible. Así que si sólo mencioné unos pocos  fue por el simple hecho de que mi condición me impidió probar el resto de las novedades.


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