Reporte desde Madrid: Excursión a Llivia

Acabo de pasar unos días en Llivia, un pueblito español situado en pleno Pirineo francés. Han leído bien, Llivia es España rodeada de Francia.

Por Mariajo Martínez

Son cosas que suceden en continentes como el europeo, con más Historia de guerras que de paces. La peculiar situación de Llivia es resultado del Tratado de los Pirineos, que firmaron Francia y España en 1659 para poner fin a un conflicto iniciado en 1635, durante la Guerra de los Treinta Años, en realidad 30 años de conflictos en Europa: España cedió a Francia 33 pueblos que hoy forman los Pirineos Orientales franceses. Llivia no fue entregada por tratarse de una Villa, desde que así fuera honrada por el emperador Carlos V. Quedó, pues, bajo dominio del rey de España.

Hoy Llivia es un lugar pintoresco, de no más de 1,500 habitantes pero muchas y bellas casas vacías. Por su ubicación privilegiada, el enclave es a Cataluña lo que Cuernavaca a la Ciudad de México. Durante los fines de semana y las vacaciones se llena de capitalinos ansiosos de tranquilidad y aire puro. Sí, en España también hay contaminación. Y el municipio ofrece un paisaje más que privilegiado, estaciones de esquí cercanas, pastelerías mucho más que tentadoras, buen gusto y gastronomía. Mucha gastronomía. Por sorprendente que parezca, la reina de las pizzas se puede comer en Llivia, siempre que se esté dispuesto a pagar la nada despreciable suma de 100 euros. Al menos según el jurado del World Greatest Gourmet Pizza de Nueva York, que considera a su ‘inventor’, Fabián Martín, el mejor pizzero del mundo. Sin desmerecer al galardonado chef, coincidirán conmigo en que hay certámenes de todo…

Pero si les cuento de Llivia es, en realidad, para hablarles de dos vinos, y de un restaurante donde ir a beberlos, que no falte, con la mejor cena y en la mejor compañía. Yo sólo pensaba contarles del Chivite 125 aniversario que tomamos después del postre, un vino blanco dulce simplemente inigualable, pero cuando me disponía con premeditación a olvidar el caldo con que acompañamos la cena, sentí una especie de punzada de infidelidad en el hígado. Y el hígado hay que cuidarlo. Antes del vino dorado del postre, el tinto fue un Retuerta cosecha de 2001. Asperito al principio, dos segundos nomás. Un manjar después. El menú, fondue de ceps con manzana, uva, y los tradicionales pepinillos; y chuletón de buey, un corte considerado la carne de las carnes en España. Postre: helado de pistacho, café y Chivite 125. Lugar: la Formatgeria, Llivia. Precio medio: 35 euros/persona.