Hay productores vitícolas que están encantados con el cambio climático. Por el momento. Y es que regiones que antes eran consideradas demasiado frías ahora podrán tener su propio vino. Otros productores, sin embargo, no pueden ocultar su nerviosismo y han comenzado a recorrer sus viñedos. ¿De qué manera el cambio climático está afectando el mapa vitivinícola y el vino que se hace en el mundo?
Por Esperanza Mendiola
Durante siglos, las regiones europeas del vino lucharon por madurar sus uvas para lograr buenos vinos, declarando como “grandes cosechas” a aquellas que se habían desarrollando durante un año particularmente cálido. Pero con el calentamiento global en la década pasada, cada año pareció haber traído “otra vendimia del siglo”.
“El clima en nuestros viñedos ahora es perfecto”, asegura Jean-Guillaume Prats, jefe ejecutivo de Château Cos d’Estournel, propiedad ubicada en St. Estèphe, que produce un vino incluido en la famosa clasificación de 1855 de Burdeos. “El calentamiento global ha cambiado el estilo del vino que hacemos, lo ha vuelto más redondo”, dice.
A principios de marzo de 2007 se llevó a cabo la Primera Conferencia Global en torno al Calentamiento Global y la Viticultura, en Barcelona, España, organizada por Pancho Campos, presidente de La Academia de Vino Española a la que acudieron más de 100 científicos, reporteros y vitivinicultores. Desde entonces se ha sensibilizado a un número cada vez mayor de personas, y otros encuentros con esta temática se han celebrado en diferentes países.
“Los estudios sobre las consecuencias del cambio climático muestran que el calentamiento ha favorecido globalmente la calidad del vino”, afirma el científico estadounidense Gregory V. Jones de la Universidad Meridional de Óregon (hijo de un viticultor de esa región), en un coloquio efectuado a fines de marzo de 2007 en la ciudad francesa de Dijon. “Pero en el futuro, este calentamiento podría ser nefasto en numerosas regiones vitícolas”, agrega, citando los problemas de irrigación ligados a la sequía, la erosión del suelo debida la las reiteradas inundaciones, además del posible desarrollo de enfermedades en las vides.
Según los modelos computarizados de clima desarrollados por Jones, en los que compiló información de 50 localidades distintas, durante los próximos 50 años Burdeos tendrá una diferencia de clima superando en +1.2º C la temperatura actual; Napa se modificará en + 1.2º C; Barolo en +1º.4 C; Rioja en +1.3º C; Portugal, que ya modificó su temperatura en + 2.9º C, durante los próximos 50 años tendrá + 2º C.
Para tener una idea más clara de lo que esto significa, cada grado de aumento de temperatura es similar a mover la zona en unos 200 kilómetros.
“En el vino se puede probar el clima del viñedo de donde proviene”, dice Jones. “Así, comparando los vinos de una misma región de distintas cosechas, puedes reconocer el cambio climático”.
Científicos de la Universidad de Davis en California están desarrollando vides y pies de injerto que puedan resistir mejor las condiciones de calor extremo y escasez de agua.
Países como Bélgica, Dinamarca y hasta Suecia, que en otros tiempos eran demasiado fríos para el cultivo de la vid, están ahora incursionando en la vitivinicultura.
Mientras tanto, los viticultores españoles están experimentando con nuevos viñedos situados en regiones más frías, como por ejemplo las faldas de los Pirineos. Lidereados por Miguel Torres, uno de los vitivinicultores más importantes de ese país, han anunciado inversiones en nuevas plantaciones en las faldas de esta cordillera.
“Algunos productores pueden beneficiarse de un clima más caliente”, dice Carlos Falco, director de Marqués de Griñón, famosa vinícola riojana. “El caliente 2003 condujo a algunos productores de Priorato y Ribera del Duero, a conseguir calificaciones de 90 puntos en la controvertida revista Wine Spectator”. Pero ¿por cuánto tiempo más?
El calor y la luz solar aumentan los niveles de azúcar en las uvas, que es convertida en alcohol durante la fermentación, por lo que este exceso de azúcar puede resultar en un contenido alcohólico mayor al adecuado para un vino balanceado. Un tiempo más caliente puede también reducir la acidez de las frutas más allá de lo deseado, cambiando completamente el sabor y la calidad del vino resultante.
Hans-Rainer Schultz, un climatólogo del Instituto Alemán de Geisenheim, señala que es difícil lograr que sus paisanos se concienticen del problema, ya que en los últimos años estos han sido beneficiados con el nuevo comportamiento del clima. “En la región de Mosel, los vinicultores tenían permitido en las legislaciones de sus denominaciones de origen, añadir agua a sus mostos para reducir la acidez de los vinos resultantes, así como el agregar azúcar para poder obtener algo más de alcohol durante la fermentación”, comenta. “Hoy en día no necesitan de estos aditivos, por el contrario, en algunos años, demasiado cálidos, hemos tenido problemas para lograr mantener la acidez necesaria para lograr un vino de calidad. No hemos tenido una mala cosecha desde 1987, y la razón es el calentamiento global”, añade.
“Ahora”, dice Schultz, “todos están contentos con los cambios, anteriormente solíamos tener cuatro ó cinco cosechas de cada diez, por lo que se tenía que hacer vinos ligeros y dulzones para enmascarar el exceso de acidez y falta de azúcar en las frutas”.
Bernard Seguin, del Instituto Francés de Investigación Agronómica (situado en Avignon), confirmó: “El calor ha sido más bien algo bueno”. Aunque recordó la canícula que golpeó a Europa en 2003, presagiando lo que podría ocurrir en el futuro. “El fenómeno fue positivo para las cosechas del norte de Francia, pero no lo fue tanto para las del sur”, señaló. “De modo más global, las regiones más amenazadas son lógicamente las que tienen actualmente los climas más cálidos, donde si no se hace nada, sólo las zonas costeras, templadas por el océano, podrían seguir cultivando viñas hacia 2100”.
Seguin señala que, los efectos del calentamiento global pueden verse claramente en las fechas de las cosechas del sur de Francia, ya que con esta elevación de temperatura las frutas maduran con mayor rapidez (perdiendo así algo de complejidad): “Alrededor de 1945, la recolección de uva en Châteauneuf-du-Pape se realizó a principios de octubre, ahora es a principios de septiembre”, comenta, y predice que para el año 2050 podría llevarse a cabo a principios de agosto.
Seguin pronostica también que las regiones de cultivo vitícola de las extremidades del hemisferio norte, podrían extenderse hasta Escandinavia para el 2100.
Los cambios en la viticultura tradicional desafían a los franceses arraigados a sus terruños y tradiciones. Los consejos reguladores de las denominaciones de origen del sur de Francia aprobaron, a finales de 2006, la irrigación en los viñedos, rompiendo con siglos de tradición para poder rescatar a las vides de estas regiones que repentinamente se tornaron demasiado calientes.
Michel Chapoutier, importante productor de vinos en la región de Ródano, Francia, comenta que las uvas en sus viñedos de Hermitage, (región de donde proviene su vino más reconocido), eran cosechadas con los azúcares y otros componentes madurados simultáneamente, logrando niveles de alcohol de alrededor de 12%. Pero dice que ahora el contenido de azúcar se eleva muy rápido, y que debe de dejar las frutas colgadas en el viñedo por mayor tiempo para así lograr la madurez del resto de los componentes, lo que da como resultado vinos con niveles de alcohol de alrededor de 14%. Aunque para algunos productores del nuevo mundo esta condición puede ser aceptable, para Chapoutier es evidencia del crecimiento de los gases que producen los efectos de invernadero en el aire y calientan el clima.
“Estoy nervioso respecto al futuro”, dice Chapoutier, “sí, tenemos buenas cosechas con mayor frecuencia, pero quisiera que pudiéramos escoger entre los vinos que nos han caracterizados siempre, y los vinos que saben a jalea”.
Actualmente las variedades de uva que se cultivan en los mapas vitícolas, son las que se adaptan mejor a esos lugares en específico, ya que cada vidueño requiere distintas condiciones de temperatura, viento y humedad para su óptimo desarrollo.
En las regiones clásicas del vino, las denominaciones de origen están basadas en las variedades que han desarrollado un vino típico de ese lugar. Pero todo esto podría cambiar, y toda esa tradición milenaria podría perderse, ya que tendrían que buscarse nuevas variedades que sean adecuadas a las nuevas condiciones.
“El viejo sistema de producción de vino en Europa, la delimitación de nuestros terruños, es ahora cuestionable”, comenta Seguin, “nosotros deberíamos buscar la forma de adaptar a este sistema el nuevo clima, esforzándonos por conservar las cualidades clásicas del vino mediante el cambio en los pies de injerto utilizados, en el manejo del viñedo y la forma de hacer vino. De otra forma nos pareceremos al Nuevo Mundo, cambiando los viñedos para cultivar cualquier variedad de uva que se pueda cultivar en el nuevo clima, o plantando viñedos en nuevos lugares.
¿Syrah en Borgoña? Absolutamente probable. Según los estudios de Seguin, la fecha de vendimia en esta famosa región se ha recorrido un mes en los últimos cincuenta años, y el especialista asegura que si la temperatura continua subiendo a ese ritmo, la delicada variedad pinot noir tendrá que refugiarse en otro lugar más fresco. También menciona que Alemania podría producir tintos corpulentos.
Las temperaturas en Nueva Zelanda, Australia meridional, partes de Chile y Sudáfrica se elevarán más lentamente, debido a la existencia de mayor cantidad de agua y menor masa de tierra.
Los cambios en temperatura tendrán una variedad de efectos sobre la viticultura. Algunos tintos pueden perder color, otros vinos perderán sabor varietal, algunos blancos pueden desaparecer, sostuvo el renombrado vitivinicultor australiano Richard Smart, «El efecto será profundo», dice.
Jancis Robinson, renombrada Master of Wine y establecida en Londres, menciona: “el calentamiento global está cambiando los vinos, los alemanes blancos secos están ahora deliciosos, los vinos ingleses y canadienses también han resultado beneficiados; por otro lado, los vinos de otras regiones más cálidas como España y Australia, están sufriendo debido a este cambio climático”.
Por lo que concluimos que imaginar un mundo en el cual los grandes vinos espumosos provengan de Surrey -en la Inglaterra meridional- y no de Champagne, Francia, o donde Suecia haga riesling de gran clase, ya no es algo impensable. Un gran número de climatólogos están pronosticando esto para finales del siglo, y así el mapa vitícola será completamente distinto al que actualmente conocemos. De acuerdo a estos cálculos, los nuevos viñedos se situarán en regiones más septentrionales, en zonas costeras o en zonas que sean frescas debido a su elevación.
Esperanza Mendiola, sommelier del restaurante tapatío Corazón de Alcachofa y entusiasta impulsora de la cultura del vino en Guadalajara.