Uruguay: más allá de la uva tannat

Aunque para muchos aún son desconocidos, Uruguay produce vinos de gran calidad.  Su uva insignia es la tannat.

Por Cladio Innes

Un buen día recibí una invitación de dos amigos uruguayos, quienes además de ser amantes y conocedores del vino, mantienen relaciones de negocios con la mayoría de las mejores bodegas uruguayas y organizan año con año en México, una muestra de lo mejor que ese país produce en materia de vino.

Tengo que reconocer que habiendo sido muy influenciado por el vino francés –concretamente el de Borgoña (pasé mas de diez años en la región)–, mi conocimiento era extenso pero mi visión, muy limitada. Había probado vinos del Nuevo Mundo, sobre todo chilenos y argentinos, y aún y cuando tenía que aceptar que hoy por hoy son probablemente el mejor equilibrio entre calidad y precio en botellas de hasta 15 dólares, tenía muchas dudas con respecto al producto de alta gama. Mi mundo se cerraba al viejo continente.

Después de haber sido recibido calurosamente en Montevideo por mis amigos, tomado un buen baño y un copioso desayuno, nos dispusimos a hacer lo que nos interesaba: visitar las mejores bodegas de vino en Uruguay.

Abordamos el auto y nos dirigimos por todo lo largo de La Rambla (la avenida costera) en dirección al norte de Montevideo. Después de haber pasado el famosísimo Mercado del Puerto –en donde creo que llevan al máximo grado posible de perfección el arte de la parrilla a la leña–, salimos de la ciudad. A una escasa decena de kilómetros y aún con el olor a brisa marina, nos encontramos entre preciosas fincas, propiedades campestres y magnificas plantaciones de vid.  No pude más que asombrarme de lo que mis ojos veían. y sin embargo, muy diferente a los viñedos que había visitado antes.

Como bien proyecta Torres García en su representación del mapa de Sudamérica a la inversa, ese mundo esta al revés.  Tan solo un mes antes (octubre) había visitado junto con un amigo que hace estudios de gastronomía, la región de la Costa de Oro, concretamente el Clos de Vougeot, cerca de Dijon, en Francia, y como es normal en esa región y en esa época del año, el aire era frió, el cielo gris, la vendimia había pasado y las vides habían perdido completamente sus hojas.   Pero en Uruguay no era así.  El sol brillaba intensamente y las viñas mostraban un follaje verde intenso, casi brillante.

Entretanto mis amigos uruguayos me explicaban qué, debido a la cantidad tan limitada de uva que Uruguay puede producir, por su extensión geográfica mucho más pequeña que la de otros países productores de vinos, la única opción posible para ellos es concentrarse en la calidad y no en la cantidad.

Algunos minutos después dimos vuelta a la izquierda y nos internamos en un camino de tierra entre viñedos y al poco tiempo vimos el letrero de la que para mi es sin duda la mejor bodega en Uruguay, Vinos finos H. Stagnari.  Ahí me presentaron al matrimonio conformado por Virginia y Héctor Stagnari, quienes inmediatamente pidieron a su director de exportaciones y a  uno de los enólogos, nos dieran un recorrido de la propiedad.

La plantación a simple vista se veía muy bien manejada, poco saturada de plantas, follaje sano y abundantes racimos que comenzaban a formarse en cada una de ellas.  De la plantación y sin dejar de hacer preguntas de todo tipo y de escuchar y ver asombrado la minuciosidad con la que estas personas trabajan (vendimia a mano, selección de grano por grano, cerrado, etiquetado, control y encapsulado a mano de cada botella), nos dirigimos al área de vinificación y almacenamiento en donde me quedé boquiabierto por la limpieza y el orden existente.

La visita se había desarrollado de la mejor manera posible pero faltaba la parte mas interesante, probarlo.  Para ese tan esperado momento, ahí estaban ya Virginia y Héctor, en su sala de degustación que a la vez sirve también de sala de trofeos, en donde por cierto, han comenzado a colgar los premios en el techo pues ya no caben en las paredes.

En medio de una conversación muy agradable y de una explicación mucho mas a detalle hecha por el mismo Héctor, iniciamos la degustación de este cepaje, el Tannat, que en Francia se utiliza solo para mezclas y que se ha vuelto tan emblemático de Uruguay.

La primera botella que probamos fue el, “Tannat Viejo” 2005, considerado por el jurado de Ljubljana – Eslovenia, Ljubljana (International Wine Competition 2006), como uno de los 6 mejores vinos tintos del mundo, lo que es impresionante, considerado que compitió con vinos muy populares y del agrado de la mayoría como los Cabernet Sauvignon.  Descubrí en el Tannat Viejo 2000 un vino potente, con excelente cuerpo, color intenso, con mucho aroma a frutas del bosque (casis y grosella), además de notas de chocolate.  Sin duda un vino con buen potencial de guarda aunque ya muy agradable en esta etapa.  Mi primer pensamiento fue: “Esto va muy bien con la gastronomía mexicana, inmejorable para un chile en nogada, una salsa en chile pasilla o un mole poblano.

El segundo vino que Virginia y Héctor nos ofrecieron fue un flamante Campeón Mundial en el mismo concurso (Ljubljana International Wine Competition 2006), me refiero al Dayman  2003, que lleva su nombre por el rió Dayman, que se encuentra justo al borde de los viñedos de variedad tinta de la familia Stagnari.  Con este vino mi asombro fue todavía mayor.  Montábamos en calidad sin duda alguna.  El Dayman 2003 mostraba un cuerpo estupendo, un color granate intenso que nos dejaba ver el potencial que aun tiene para guardarse largos años, mas sin embargo y como su hermanito menor el Tannat Viejo, ya muy agradable aún siendo todavía relativamente joven.  Nada podría ser mejor para acompañarlo con un buen corte a la parrilla, un tradicional asado de tira (muy uruguayo), un queso madurado o cualquier otro plato que necesite un vino que no le tenga miedo a nada.

En ese momento yo ya me daba más que por bien servido.  Había probado dos grandes entre los grandes y habría regresado esa tarde al hotel completamente satisfecho por la hospitalidad de los Stagnari y por la calidad de esos dos vinos cuando de pronto Virginia se ausento unos segundos para regresar con el máximo orgullo de la bodega en sus manos.  Me refiero a la botella numero 066 de tan solo 1350 producidas de “Dinastía 2004”.  Las palabras para describirlo sobran.  Todo aquel amante del vino que haya tenido oportunidad de probar lo mejor de lo mejor tendría forzosamente que probar el Dinastía.

Galardonado como Campeón del Mundo en 2007, este vino rarísimo sale al mercado si y solo si es igual o mejor que el 2004 (no hubo Dinastía 2005 ni 2006 por no considerarse, a criterio de Héctor a la altura necesaria). Posteriormente me enteré que, al día de hoy solo quedan 46 botellas a la venta en México además de una que otra repartida en algunos países en donde Stagnari tiene presencia y seguramente serán menos al tiempo que este articulo llegue a sus manos.  Sin duda alguna, un objeto precioso para cualquier amante del vino excepcional o coleccionista de botellas raras.

Quisiera poder extenderme mucho mas y platicarles de algunas otras bodegas Uruguayas también muy buenas, pero dado el espacio limitado preferí concentrarme en la que a mi gusto personal y de muchos expertos, es  la casa que produce los mejores vinos de Uruguay.  La bodega de los vinos campeones del mundo.