Por allá en el verano de 1983 descubrí a Peter Gabriel. Yo cursaba la secundaria y mi acervo musical era muy limitado…
En aquellos tiempos, no podía diferenciar muy bien qué tan pesado era el metal, qué tan ligero era el techno pop, o qué tan elaborado era el new wave de la época. Pero el tema de mi descubrimiento, “Shock the monkey”, tenía algo que me hacía escucharlo una y otra vez, a pesar de ser un poco oscuro y raro para mí. No supe quién lo interpretaba hasta varios años después, en que incluso me enteré que para cuando fue grabado, ya había transcurrido mucho en la carrera musical de su autor.
A Peter Gabriel se le pueden aplicar todos los clichés de una súper estrella: “leyenda viviente”, “siempre adelantado a su tiempo”, “líder de su generación”. Pero su trascendencia musical y artística es innegable. Su trayectoria es tan diversa y rica que es difícil de referir, pero vale la pena adentrarse un poco. Muchos veinteañeros de hoy, y lo digo sin demérito para ellos, empiezan a conocerlo a partir del Secret World Tour de 1993 (que por cierto llegó a México), en que se le recuerda montado en una bicicleta dando vueltas alrededor del escenario, y acompañado en los coros por Sinéad O’Connor y Paula Cole. Muy bien, eso fue bueno y memorable, pero hay que trasladarnos a sus comienzos para poder apreciarlo mejor.
A los 15 años de edad (1965), en su natal Inglaterra, Peter fundó junto con su amigo Tony Banks una banda que después se llamaría Genesis. Empezaron un poco lento, pero luego se instalaron en la extravagancia del rock progresivo, y lograron sobresalir para llegar a ser uno de los mejores grupos. Peter comenzó a destacar como vocalista y compositor, pero lo realmente llamativo fue su histrionismo en el escenario. Se podía ver a un enardecido individuo actuando como un poseso, temas de letra psicodélica, con una potente y desesperada voz, y lo más atractivo: con una excéntrica y hasta grotesca indumentaria. Hubo una vez en que salió a escena con un vestido rojo de mujer y una enorme máscara de zorro, con lo que hasta sus propios compañeros de banda (entre ellos Phil Collins y Mike Rutherford) se sorprendieron. Esto ya hablaba de diferencias artísticas, pero continuaron para lograr álbumes como Foxtrot, considerado uno de los puntos culminantes del progresivo, de delirante orquestación y seductoras letras de Gabriel. Con todo, él decidió abandonar la banda en 1975.
Para aumentar el contraste un poco más, quisiera dar un salto en el tiempo, ahora a 1986. Resulta que los chavos de entonces empezaron a gustar otra vez de Peter Gabriel, pero ahora en calidad de ídolo pop. Alguien les había avisado que su disco So, era lo que había que escuchar. Incluso su imagen era perfecta: un pulcro joven con peinado a la moda (¿dónde habían quedado los disfraces y su frente rapada?). Ahora creo que para él, eso era simplemente otro juego, ya que no tenía que escudarse en ninguna imagen para presentar un excelente disco de pop impecable y poderoso. De ahí se desprenden las famosísimas “In your eyes” y “Sledgehammer”. MTV contribuyó a entronizarlo por medio de sus originales videoclips, que hoy se siguen considerando de los mejores que se han producido.
Es indudable que cada generación recordará a un Gabriel diferente. En sus primeros discos como solista, entre 1977 y 1982, empezó a generar un rock nuevo y de vanguardia. De resaltar es su magnífico álbum Peter Gabriel III, sofisticado pero intenso, con el cual se forjó una reputación de músico de culto. Por esas épocas ya demostraba un sentimiento humanitario al escribir el tema “Biko”, sobre un mártir del Apartheid (el gobierno de Sudáfrica prohibió entonces la venta de sus discos). Se hizo activista, y ha llegado tan lejos como para fundar organizaciones de derechos humanos, ser embajador de Amnistía Internacional y ganar el premio de “Hombre de Paz” otorgado por la fundación Nobel.
Después de So, se empezó a embarcar en otro tipo de proyectos. Fundó la disquera Real World dedicada a la difusión de música de todos los rincones del planeta, y es el artífice de WOMAD, festival músico-cultural que se celebra anualmente desde 1982. Fascinado por el world music, comenzó a promover y colaborar con exóticos artistas como Yossou N’Dour y Nusrat Fateh Ali Khan. Eso lo marcó para siempre, y con ese aprendizaje hizo Passion, banda sonora de la película La última tentación de Cristo, donde logró incorporar su estilo a ritmos africanos, turcos y del medio oriente.
Ya en los noventas saca el álbum Us, su retorno al pop, con buenas canciones pero sin mucha gloria; y un par de soundtracks de buena calidad: uno para una película y otro para un show multimedia llamado Ovo. Y en 2002 Up, su último álbum de estudio, que no fue lo que esperaban muchos de sus fans, al ser un poco meditativo y denso, pero como ya le ha pasado muchas veces a Mr. Gabriel, tal vez haya que esperar algún tiempo para captar su genialidad.
Con todo lo anterior, huelga el exhorto a asistir a su tour 2009 en México, donde esperamos ver un poco de cada Gabriel que ha existido, y por qué no, del que está por venir.
Guadalajara, Arena VFG, 29 de marzo de 2009.