Depeche Mode: hechizando a las masas

Durante la preparatoria, etapa que considero que musicalmente marca más a las personas, hubo un tiempo en que yo escuchaba sin descanso sólo un puñado de discos, a pesar de la voluminosa oferta musical de aquellos días ochenteros. Uno de ellos era más fino que la mayoría de lo que se podía adquirir con las escasas brújulas musicales de la época: Music for the masses, de Depeche Mode. Literalmente me acabé el casete, después de escucharlo mil veces en mi grabadora. Lo que resultaría indeleble es la huella que éste y otros de sus álbumes han dejado en mí y en mucha gente alrededor del mundo.

Por Aldo Prieto

Moda rápida

Depeche Mode, que significa moda rápida o pasajera, ha resultado lo contrario: permanente, y ni siquiera moda, sino toda una institución de la música popular contemporánea. Predominantemente una mezcla de pop con electrónica, la producción de este grupo inglés ha tenido influencia en muchos músicos de varios géneros. Su historia ya es larga: 28 años y doce álbumes en estudio han pasado desde su primer LP Speak and Spell (1981). Dos o tres parteaguas han tenido en su trayectoria, con una evolución marcada y compleja, y por alguna misteriosa razón siguen sonando a sí mismos.

Dave Gahan, Andy Fletcher, Martin Gore, y los que abandonaron el proyecto, Alan Wilder y un fugaz pero determinante Vince Clarke (que después formaría Yazoo y Erasure), lograron una poderosa combinación de talento. En el inicio parecían ser sólo unos entusiastas chavos que habían logrado por accidente un par de éxitos bailables (como el famoso “Just can’t get enough”), y que lo más seguro no tenían mucho futuro. Incluso siete años después de eso, en un memorable concierto ante más de 60 mil personas en el Rose Bowl, de Pasadena, California, había algunos críticos que seguían dudando de su perdurabilidad (al considerarlos una llamarada efímera).

Los sintetizadores

Depeche empezó a fabricar su música sólo con sintetizadores, con los cuales supieron combinar sonidos para lograr un resultado bastante atractivo. Los primeros cuatro discos fueron más bien experimentales, en donde se debatían entre el pop y algo más oscuro del género industrial. La música era un poco plana entonces, pero poco a poco fue adquiriendo tridimensionalidad y después se agregaron también sonidos orgánicos. Los arreglos (la mayoría obra de Wilder) se hicieron cada vez más sofisticados, así como los nuevos aparatos que utilizaban. De esa época se desprenden excelentes temas como “Love in itself”, “Everything counts” e himnos pop como “People are people”.

Logrando el hechizo

Fue con Black Celebration (1986) que las canciones de Depeche se volvieron realmente hechizantes. Su música era una serie de capas yuxtapuestas de sonidos deslumbrantes, las letras de Gore eran cada vez mejores y la voz de Gahan cobraba cada vez más personalidad. Los temas eran también contagiosos, con lo cual cada vez se hacían más populares. Entonces sobrevino el tremendo Music for the Masses (1987), que sedujo a la juventud con canciones que ahora ya son clásicas de su género como “Strangelove”. De resaltar es su increíble manejo de crescendos y clímax, que parece fueran tocados por una gran orquesta (como en “Never let me down again”).

El concierto de Pasadena que mencioné fue grabado en esta época bajo el nombre de 101 (uno de los primeros discos compactos que yo compré), el cual causó furor y demostró que esa música en vivo es realmente emocionante: hoy día sigue haciendo delirar a gente que aún no había nacido cuando fue compuesta.

Violator, metamorfosis y renovación

Los noventa amanecieron con una imponente joya llamada Violator (1990). De instrumentación y arreglos perfectos, contiene composiciones realmente redondas: ritmos intensos y sensuales, con letras y melodías de asombrosa calidad, como “Halo” y “Enjoy the Silence”. Era difícil superar esa entrega, que los catapultó a lo más alto. Decidieron dejar pasar un tiempo y dar un giro hacia un estilo mucho más dramático y agresivo, con Songs of faith and devotion (1993). Fue en esa etapa cuando supimos algo igual de dramático en la vida personal del grupo (que siempre ha sido más bien reservada): Gahan tenía serios problemas de drogadicción que estuvieron a punto de llevarlo a la tumba. Por si fuera poco, Wilder decidió renunciar y la banda se tambaleó. Sin embargo, se recuperaron y volvieron para presentar un álbum favorito de muchos, Ultra (1997). Ahí combinaron toda la experiencia ganada y las incursiones en otros estilos para llegar a una madurez excepcional, al tiempo que se renovaron.

Manteniéndose en nuestro universo

La música de Depeche ha sido centrada mayormente en las emociones de la gente, y no en consignas. Tal vez eso les ha hecho resistir el paso del tiempo y conservarse en forma. Confieso que el antepenúltimo y penúltimo álbum casi no entraron en mis playlists, pero con ellos Depeche demostró que seguían en el candelero; en especial, con el estupendo Playing the Angel (2005), que por cierto nos trajo inolvidables conciertos a México.

Ahora vale la pena degustar a fondo su recién salido Sounds of the Universe, el cual calificaría de “retrofuturista” por sus interesantes contrastes. Como sabemos, Depeche Mode estará nuevamente en estas tierras como parte de su gira “Tour of the Universe”, para demostrarnos cómo se han mantenido casi 30 años hechizando a las masas.

Octubre 1

Arena VFG de Guadalajara

Octubre 3 y 4

Foro Sol del df


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