La vitivinicultura de la mayoría de los países centroeuropeos guarda una rica historia y una tradición bodeguera fructífera que desde hace siglos es reconocida ante todo debido a sus vinos blancos, elaborados con gran respeto hacia el terruño, dejando que exprese sus valores perfectamente.
Dr. József Kosárka
Fotos: bobek-kirandulas.com, weinco.at, batic.si, sonberk.cz, schlosshotels.co.at
En esta región del viejo continente se distingue ante todo Hungría con sus célebres vinos de Tokaj pero últimamente Austria y Eslovenia también están cobrando cada vez mayor fuerza como renombrados productores. Chequia tiene antecedentes antiguos, sin embargo se perfila como actor notable desde hace sólo algunos decenios, mientras tanto Eslovaquia está llamando a la puerta de las altas esferas del universo del vino apenas en los últimos años. En cada uno de estos países se cultiva un gran número de cepas blancas autóctonas y se produce vinos monovarietales o de mezcla que logran atraer el interés de los enófilos del más refinado paladar no sólo por su excelente calidad sino por su singularidad.
En Hungría la cepa Olaszrizling (Riesling Italiano) es considerada como una de las más auténticas y se cultiva en casi todas las regiones del país, con excepción de la de Tokaj. (Representa alrededor de 15% de la superficie total de los blancos.) Según algunas versiones, debe ser originaria de tierras francesas y es seguro que no tiene lazo de parentesco con la clásica alemana (en otros países de la región centroeuropea se la conoce como Welschriesling, Talianska Grasevina, Laski Rizling, Rizlink Vlassky). Esta cepa se ha acomodado muy bien en la zona adyacente a la orilla septentrional del Lago Balatón, que abarca tres regiones vinícolas delimitadas, donde el suelo es volcánico mixto de textura media con estructuras arenosas y el clima es bastante suave y templado. En la mayoría de casos, a base de ésta se elaboran vinos secos de color amarillo verdoso que en su juventud presentan marcada acidez armónica y pueden transmitir la frescura inherente a su tipo. La crianza en barrica de roble nueva puede aportarle complejidad y estructura mayor, lo que imprime suavidad y elegancia. Uno de los grandes vinos elaborados a base de esta uva es el Csopaki Olaszrizling Sáfránykert 2009 de la bodega Figula, cuya materia prima viene de un sola parcela y ha pasado por una crianza de ocho meses en barrica sobre sus lías. Cuando las condiciones climáticas lo permiten, por ejemplo en la temporada de la vendimia de 2012, se logra producir también vino de hielo como es el caso del Badacsonyi Olaszrizling Jégbor de la bodega Borbély que ha sido fundada apenas hace dos decenios.
En Austria la Grüner Veltliner es la cepa autóctona más importante con una participación de un 30% del total y su vino se considera como el emblemático del país. Para el cultivo de esta cepa de maduración tardía las condiciones climáticas son ideales especialmente en zonas cercanas al Danubio como en la de Wachau donde predomina en los viñedos. Esta región singular utiliza sus propias denominaciones para sus vinos de calidad cuya categoría más alta se llama Smaragd. Hasta hace unas décadas ésta por lo general no había brillado con luz propia pero últimamente los productores se han dado cuenta que con bajo rendimiento y mayor madurez produce vinos bien concentrados con excelente acidez y aromas frutales ligeros con fino toque de mineralidad. Estos se añejan muy bien dando paso a mayor complejidad sensorial que le otorga excelente poder seductivo. Una de las bodegas altamente reconocidas es Hirtzberger que comercializa anualmente unas 150 mil botellas. El elemento central de la filosofía de la familia que la maneja es la primacía del terruño con la aspiración de hacer vinos de singular carácter y máxima pureza. Su Grüner Veltliner Smaragd Honivogl de 2011 es un caso ejemplar de haberlo logrado y no es por casualidad que sus vinos se glorifican en el extranjero también.
En Eslovenia se cultiva la cepa Rebula que es una de las autóctonas blancas de la zona de Goriska Brda en la región de Primorska. Su origen es griego y ha sido introducida por los venecianos en sus tierras. (En Italia se la llama Ribolla Gialla y se la cultiva en la región fronteriza de Collio.) En el territorio de este país, que tiene un poco más de veinte mil hectáreas de viñedos, las tradiciones de la vitivinicultura remontan hasta la época romana, sin embargo, la nueva era de producir vinos de calidad ha iniciado sólo hace un cuarto de siglo (después de su independencia al desintegrarse la ex-Yugoslavia) y de la posterior privatización del sector. Las bodegas de pequeños propietarios producen vinos frescos y aromáticos con acidez y mineralidad que son apreciados ante todo por la nueva generación de consumidores. La Rebula de 2009 de la bodega Batic, que se encuentra en el valle de Vipava y produce uvas con muy bajos rendimientos por hectárea, presenta este tipo de tipicidad varietal. Se ha obtenido después de larga maceración de las uvas y ha sido madurado en barrica de roble eslovena por un tiempo prolongado. Se ha embotellado sin clarificación ni filtración. Hay que resaltar que se trata de vino ecológico en cuya obtención se han aplicado técnicas de biodinámica en el viñedo –basadas en el equilibrio entre el suelo, las plantas, los animales y el ser humano – que le aporta la más sincera expresión del terruño.
En Chequia la cepa Pálava se considera una propia que ha sido criada a partir de las Muller Thurgau y Gewurtztraminer en Velké Pavlovice y se registró en 1977 como apta para el cultivo y elaboración de vinos. Sus vinos son de media estructura, bastante aromáticos y de buen cuerpo. No es difícil reconocerlos porque tienen una frutalidad pronunciada que se acentúa por sus detalles especiados que les otorga personalidad diferenciada en el marco de una identidad perfectamente característica. Ésta, que es capaz de trasladar las características de la uva hasta la copa y por lo general no requiere crianza en barrica, se cultiva en la región de Moravia donde el clima fresco permite prolongar su ciclo vegetativo y mantener niveles altos de acidez. La amplia gama de productos de la bodega Sonberk, situada en Popice –fundada apenas hace un decenio– contiene varios vinos: seco, semi seco, cosecha tardia y generoso; elaborados exclusivamente a partir de esta cepa. Su Pálava de 2012 presenta aromas marcadas a la misma uva y también notas de miel. Es un vino afrutado ligero donde no molesta el dulzor (6,8 g/l) porque es balanceado con buena acidez( 6,2 g/l). El dulce de 2005 (azúcar:45,5 g/l) es sabroso y tiene delicadeza. De ataque es contundente con una explosión de frutas tropicales y discreto toque de hierbas.
En Eslovaquia, que es más conocida por sus ricas cervezas y en cuyo territorio habían antecedentes centenarias de vitivinicultura, en estos años varias nuevas bodegas se aprestan a incursionar en la producción de vinos de muy buena calidad, especialmente de la variedad Riesling. Entre las regiones vinícolas debe ser destacada ante todo la de los Cárpatos Pequeños, que se halla al norte de la capital, pero la bodega más famosa se encuentra en la parte centro-sur, en el pueblito de Muzla –próximo a las orillas del Danubio– frente a la ciudad real húngara de Esztergom. Chateau Belá-Rivel se fundó hace un decenio y medio con la participación del alemán Egon Müller, el afamado productor estrella cuya bodega propia está situada en Wiltinger (región del Mosela). La superficie de los viñedos es de ochenta hectáreas en las cuáles se cultivan siete variedades. Anualmente se producen unas cuarenta mil botellas y los vinos se caracterizan por ser secos con aromas especiadas. El Riesling de 2011 es elegante y complejo con marcadas notas de frutas y un final de toques ahumados. La acidez es fina y controla bien el vigor que garantiza su gran potencial. Al paladar ofrece una agradable sensación de frescura y vivacidad.