La temporada decembrina termina por poner los nervios de punta a todo aquel que inicia la maratónica labor de hacer el mejor regalo a sus parientes y amigos. Regalar ya no es tan fácil, el factor sorpresa se ha perdido, integrantes de muchas familias han optado por evitar la tortura de los centros comerciales en esta época y prefieren cerrar el trato por el lado fácil, delegando la responsabilidad al festejado y repartiendo dinero desde la comodidad de Internet: “ya te deposité para tu regalo”.
Por Alex Zárate
Algunos incluso, maestros de este arte, andan a la cacería de una frase, basta un: “me gustaría un…”, “necesito esto o aquello”, para que alguien cercano diga: “yo te lo regalo, cómpratelo y yo te lo pago, que sea tu Navidad”.
¿Qué es eso?
¿Dónde esta la ilusión de ofrecer un tributo de amistad y amor, esa sensación de sorpresa, de saber que alguien pensó especialmente en otra persona, para regalar un detalle que agrade y guste?
Por eso, he aquí mi propuesta de regalos con vino mexicano, para este fin de año.
1. Para el gusto clásico. Siempre queremos regalar ese detalle especial a un personaje hermético; el intransigente suegro, el jefe nuevo del que no sabemos más que su nombre, el tío especial pero que no es muy frecuentado, el posible inversionista o socio. Para ellos, un toque clásico infalible, tres vinos que no pueden dejar mal a nadie, todos con una característica común, mezcla bordalesa, esto es, que se incluyen por lo menos tres de las cinco variedades tintas de Burdeos (cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot, petit verdot y malbec).
Mogor Badán (2005, Mogor Badán, Antonio Badán) un vino legendario por ser uno de los primeros vinos artesanales premium, del que se producen apenas unas cuantas cajas cada año, está muy bien elaborado, destaca su fino balance y sedocidad en boca.
Gran Ricardo (2000, Monte Xanic, Hans Backhoff) del que mejor es probar la botella magnum de 2000, un caldo que ha completado satisfactoriamente su evolución en botella y que al servirlo en la copa, explota en frutos rojos maduros con fina tersura en la boca.
Casa Grande Selección de Barricas (2005, Casa Madero, Paco Rodríguez) una deliciosa edición limitada de 9,000 botellas que incluye como extra, la fina y mineral tipicidad del terruño coahuilense.
2. Gusto juguetón. A estos es una delicia regalarles algo, nunca falla, siempre hacen una sonrisa agradecida, como si les hubiéramos regalado una estrella, para estos festejados, vinos que alegrarán aún más su corazón, elaborados con amor en condiciones especiales de cuidado y apapacho.
Albarolo (2006, Shimul, Álvaro Ptacnik), creado por Álvaro Ptacnik con uva nebbiolo, cuenta que su inspiración fueron los barolo de Piamonte. Un vino personalísimo, elaborado totalmente de forma artesanal, con el cuidado que se le tiene a un hijo. Su producción es muy limitada, su precio accesible.
Enzo Lado A (2006, Sinergi, José Luis Durand), producido de forma muy limitada, el nombre originalmente era para su hijo, quien resultó ser niña y lleva por nombre Amelia. Elaborado con una mezcla donde destaca el grenache, potente, con marcada fruta y elegantes taninos.
Mare (2006, Viñas Pijoan, Pau Pijoan), elaborado con toda pericia únicamente con la variedad zinfandel, una de las más complejas de vinificar. El nombre significa “madre” en catalán.
3. Gusto remilgoso y refunfuñón. Nunca falta el aguafiestas que le hace el “fuchi” a todo, más si es vino mexicano, así que para callar a estos majaderos, nada como una lista de vinos infalibles que gustan porque gustan.
Silvana (2007, Viñas Pijoan, Pau Pijoan), uno de los mejores blancos de Ensenada, balanceado por todos lados. Fácil para beber, maridable con muchos platos del mar, fresco y muy accesible para un blanco de estas características. Mezcla de chenin blanc, sauvignon blanc, chardonnay y moscatel.
Cocó (2007, Sinergi, José Luis Durand), este es el vino más orgulloso de los rosados mexicanos. Incomparables aromas cítricos, fresco y seco en boca, con un ligerísimo y perfumado final de litchi. Mejor solo que mal acompañado.
Mariatinto (2006, D.O.C., G. González Beristain, R. Sandoval, H. Falcón, P. Poncelis Jr.), si el 2005 fue un éxito, el 2006 conquistará a los que faltan. Un caldo sencillo, muy maridable casi con todo gusto clásico, apenas un toque de madera y mucha fruta madura en nariz.
Jalá (2005, Tres Valles, Joaquín Prieto), tinto potente y muy mexicano por las notas minerales, marida de maravilla con casi todo guiso nacional, incluido el mole. Elaborado con grenache y cabernet sauvignon.
Ensamble Arenal (2006, Paralelo, Daniel Lonnberg). Mezcla locochona de varietales merlot y cabernet sauvignon para el cuerpo, un poco de petit sirah para el color y destaca el adorno final de barbera para los aromas.
4. Gusto impresionable. Este es un segmento de los amantes del vino que gustan de subir la ceja y festejar más al que regala que a si mismos. Se trata de un personaje que disfruta de todos los regalos y, qué mejor para darle, que buenos elementos para alimentar su fosforescente personalidad. Para ellos, un grupo de vinos elaborados con lo mejor de lo mejor.
Ícaro (2006, Sinergi, José Luis Durand), con apenas cuatro añadas, este es uno de lo vinos mexicanos que consistentemente ha sorprendido a los conocedores. Elaborado con lo mejor de lo mejor, incluida una selección especial de la variedad nebbiolo, año tras años se coloca entre los vinos más finos de México. Destacan sus capas aromáticas, que se aprecian con la evolución en copa. Gusto impecable.
Vino de Piedra (2006, Casa de Piedra, Hugo D’Acosta) un clásico que no necesita presentación. No se puede decir que se disfruta del vino, si no se ha mencionado alguna vez esta marca y las peripecias de su creador. Con una elaboración anual que no supera las 3,500 cajas, el Vino de Piedra abrió todo un nicho de mercado, vino de calidad premium (a precio premium), con una historia humana que lo sustentaba. Esta fina mezcla de cabernet sauvignon y tempranillo catapultó a Hugo D’Acosta a formar parte de casi cualquier conversación de vino mexicano. Se le ha catalogado como vino boutique y de autor, para Hugo basta con que sea un reflejo honesto del terruño y de un esfuerzo familiar por hacer la diferencia. Vale mucho la pena ir haciendo un guardadito de la cosecha 2006.
L Liceaga conmemorativo (2006, Viña de Liceaga, Enrique Ferro), un elegante caldo elaborado con viñedos seleccionados de syrah, hecho por el enólogo Enrique Ferro en memoria de don Eduardo Liceaga, precursor de la nueva enología de Ensenada y en vida, promotor incansable de la variedad merlot, con el que se elaboraron vinos extraordinarios en su bodega.
Cru Garage Nebbiolo / Balch’é Cero (2005, Barón Blach’é, Victor Torres Alegre), ambos vinos de gusto súper clásico afrancesado, estos dos caldos tienen que ir directo a una cava y permanecer ahí por unos tres o cuatro años. Debido a su estilo de elaboración, contienen taninos aún muy agresivos que necesitan pulirse con paciencia y tiempo. Ambos elaborados a partir de viñedos de 60 años (de temporal) por Víctor Torres Alegre. Cru Garage forma parte del proyecto personal del Dr. Torres Alegre.