Ocurren durante el mes de agosto, cuando se inicia formalmente la cosecha de la uva y culmina el largo proceso de cuidado del viñedo. Cada zona vitivinícola (Baja California, Coahuila, Querétaro, Aguascalientes y Zacatecas) las celebra a su manera.
Por Pilar Meré.
El vino es luz de sol bañada con agua
– Galileo Galilei
«Aún no amanece… es difícil distinguir el camino.
Cuidadosos, andamos despacio, con la tierra blanda hundiendo nuestros pasos. Nos encontramos en los surcos del viñedo, nerviosos, ilusionados, pero sobre todo satisfechos y ansiosos de participar en nuestra primera Vendimia. Son las cuatro de la mañana, tiempo justo para iniciar la cosecha de las uvas blancas. Nos unimos al grupo de los trabajadores ya experimentados, de la gente de campo, de quienes tenemos mucho que aprender.»
Vivir el viñedo, entender el vino, apreciar el esfuerzo, el amor y la pasión de quienes laboran desde el campo hasta la bodega para sumar la naturaleza, el suelo, el clima, los conocimientos, la experiencia, la tecnología, nos permiten acercarnos a esta bebida, desde una óptica diferente a la de simplemente degustar una copa. Es comprender que el vino nace desde el viñedo y los riesgos en el campo, de muy diferente índole, vuelven vulnerable al fruto.
La uva, considerada en la antigüedad como un auténtico don de los dioses para otorgar a los hombres placer y deleite, ha sido objeto de las mitologías de diversas culturas: Egipto refiere al dios Osiris; Grecia instauró el culto a Dionisios y las fiestas dionisiacas que le rendían tributo por cinco días, las cuales se caracterizaban por el bullicio y la alegría colectiva. Posteriormente, los romanos dieron el nombre de Baco al dios Dionisios y las festividades en su honor recibieron el nombre de Bacanales. Durante la vigésima dinastía en Egipto, con Ramsés II, se acostumbraba realizar, el primer día de la cosecha, alegres fiestas como testimonio de gratitud a Osiris por la fertilidad de la Tierra. Al paso de los siglos, se ha mantenido vigente la milenaria costumbre de celebrar la Vendimia.
En México, desde hace muchos años, durante el mes de agosto, cuando se inicia formalmente la cosecha de la uva y culmina el largo proceso de cuidado del viñedo, el ambiente de las casas vitivinícolas es de emoción, aliento y alegría. La Vendimia es tiempo de esperanza, de ver cristalizado el arduo trabajo de un año y de agradecer y festejar la buena cosecha. Es el símbolo del trabajo culminado del agricultor que recibe en frutos el premio de su esfuerzo, para dar paso al proceso de vinificación.
Festejamos porque…
Para poder degustar una copa de excelente vino es indispensable contar con el mejor fruto, resultado de un cuidadoso proceso que inicia con el cultivo de la vid. La vid noble empieza a producir después del cuarto año de ser plantada y, hasta el séptimo u octavo, el fruto obtiene su calidad óptima.
A lo largo del ciclo vegetativo de la vid, que dura prácticamente un año, el clima (y sus manifestaciones), la tierra, los seres vivos y el hombre, influyen en las condiciones de desarrollo de la planta. La acción del ser humano sobre el terreno y las cepas es indispensable para conseguir un perfecto crecimiento de la viña. Los viticultores tienen una responsabilidad decisiva preparando el terreno para que las raíces crezcan sanas y abonándolo para facilitar la formación de la savia.
Sin embargo, la vid está expuesta a dos males que pueden afectar la calidad de sus frutos: los de origen atmosférico (heladas, granizadas, etcétera), contra los que nada o muy poco puede hacer la mano del hombre, y los producidos por los insectos y parásitos, para los cuales se utilizan tratamientos de prevención.
Año con año, la historia de cuidados, trabajo, inversión de tiempo y dinero, se repite con el propósito de lograr la obtención de los mejores frutos, a pesar de los riesgos. A veces, la naturaleza es favorable; en otros casos, por desgracia, juega un papel contrario y la pérdida de cosechas no significa sólo la imposibilidad de elaborar vinos de calidad, sino también la merma económica a nivel de familias, de empresa y de mercado.
Actualmente, en las diferentes zonas vitivinícolas de nuestro país, Baja California, Coahuila, Querétaro, Aguascalientes y Zacatecas, cada bodega realiza la celebración de la Vendimia con una personalidad definida y relativa a sus orígenes. Y las actividades que llevan a cabo son tan variadas como las propias empresas.
Las fiestas de la Vendimia en México este año nos invitan a vivirlas y recordarlas, con la ilusión de volver a gozarlas el año venidero, con la esperanza de festejar una nueva cosecha, resultado del trabajo, del orgullo y de la pasión de las manos mexicanas que hacen posible el milagro de la vid, el asombro de la vida, el vino mexicano.
Pilar Meré es periodista, sommeliere
y coordinadora de Promoción de Vinos Mexicanos.
Asociación Nacional de Vitivinicultores, A. C.
pmere@vinosdemexico.org