Les tengo una buena y una mala. La buena: el vino mexicano recibe cada vez más atención en los medios. La mala: los medios ‘serios’ están haciendo el trabajo a medias.
Por Carlos Valenzuela
@cevalenzuela
La reflexión viene a colación gracias a la nota recientemente publicada en la edición dominical de Milenio que lleva por título: «Vino mexicano. Parece… y es caro» (link aquí). La sentencia al precio del vino mexicano si bien es un lugar común entre los aficionados al vino, también es un atractor de miradas, así que procedí a leerla con ganas de recibir sustento suficiente, e inteligente.
Esta columna además de ser una crítica a la nota de Milenio, es una invitación a hacer periodismo de calidad, tanto en medios impresos como en digitales –que a decir verdad parecen tomarse los temas especializados con mayor seriedad.
La citada nota abre así: «El 30 por ciento de la producción de vino disponible en México proviene del estado de Baja California, donde unos 80 productores ofrecen más de 400 marcas diferentes.» Este primer párrafo derrumba la nota, ¿por qué? En primer lugar, es copiado íntegramente de una nota publicada con anterioridad por Hugo Hernández Ramos en el portal Perdiodismo en Acción (link aquí).
En segundo, ofrece una estadística dudosa sin citar la fuente, ya que según datos de ISCAM y Nielsen el vino nacional tiene una participación de mercado del 22% aproximadamente, y el de Baja California suma un 90% de dicha participación, lo que apuntaría a que el vino de aquel estado suma un 20 por ciento, y no un treinta de la PDM nacional.
La nota continúa con la mención de que los vinos nacionales son caros, de cómo el consumidor puede encontrar vinos chilenos o argentinos en el supermercado a buenos precios, sin embargo, los mexicanos están en un rango entre los 80 y 700 pesos, según sus estadísticas, que nuevamente no son mencionadas.
Ahora, de acuerdo a ISCAM (un escaneo efectivo de los precios de los artículos vendidos en autoservicio y tiendas especializadas) el precio promedio del vino mexicano vendido fue de 84.26 pesos en el bimestre junio-julio de 2011. Este precio promedio es el más bajo del mercado (por país de origen). Dicho sea de paso, si descontamos las dos marcas más económicas de vino mexicano (California y Padre Kino) el precio promedio por botella sube a 110 pesos, lo cual nos situaría entre Chile y Estados Unidos, sustancialmente más bajo que Argentina.
Entre otros errores, el artículo de Milenio cita «los municipios donde se produce vino y uva son Valle de Guadalupe, Tecate, San Antonio de las Minas, Santo Tomás, Ojos Negros y San Vicente…», siendo que estos son valles, pertenecientes sólo a dos municipios: Ensenada y Tecate.
Ya por último, pero no menos importante, en la segunda cita que hace la autora a Rodolfo Gershman le cambia el nombre a Roberto, error que para muchos no será importante; quién sabe, tal vez para el editor de Catadores sí lo sea.
Mi conclusión, o mi invitación va tanto a consumidores –de vino y de información– como a los medios «serios». Al consumidor lo invito a cuestionar, no dar todo por hecho y afinar su ojo crítico ante la información que nos presentan los medios. Y a los medios «serios»: ¿Cuál es el filtro de calidad que nos ofrecen cuando sus notas están llenas de incertidumbres estadísticas, errores y uno que otro plagio? Si no van a informar, por favor, no desinformen.
Carlos Valenzuela.