Aunque la superficie cultivada de esta variedad represente solo apenas 0,8% de la totalidad de los viñedos plantados en España, los vinos elaborados a base de ella cobran cada vez mayor popularidad entre los consumidores que buscan innovar en lo que toman.
Por Dr. József Kosárka.
Según la respectiva clasificación de las variedades de vid vigente por el que se regula el potencial de producción vitícola en este país, la Mencía se considera una de las recomendadas para varias regiones pero su distribución se localiza principalmente en Castilla y León.
Tomando en consideración que últimamente la Mencía –hasta hace poco ha sido bastante menospreciada– se viene recuperando a pasos gigantes en el Bierzo, no es una exageración afirmar que el lugar ha llegado a ser la capital de esta variedad. Se puede hacer constar que hoy día el nombre de este lugar, donde la Mencía ocupa el 74,5% de la uva que se cultiva y se la conoce como Negra, suena cada vez más fuerte y sus vinos con denominación de origen están muy de moda. Esto puede deberse a varios factores pero entre ellos es indiscutible el papel decisivo de esta joya varietal cuyos vinos están llenos de matices que “retratan belleza milenaria transmitiendo misterios y placeres con gran expresividad del terruño”.
La Mencía se la considera como una variedad de marcado carácter cuyo origen se pierde en la historia. Durante mucho tiempo se ha creído que debía ser una adaptación de la Cabernet Franc, sin embargo, un análisis genético reveló que pese a las similitudes organolépticas se trata de una autóctona de origen milenario. Hasta hace una década los vinos producidos a partir de ésta eran más bien vinos ligeros y frágiles pero poco a poco han ido transformándose en más poderosos que buscan sacar a flote toda su potencia. Aplicando los procesos actuales de rendimiento bajo, técnicas de vinificación sofisticadas y barricas seleccionadas, da vinos potentes y equilibrados de aromas y sabores afrutados con ligero toque mineral y taninos aterciopelados que puede evocar alegría.
El Bierzo que etimológicamente significa “territorio montañoso” es una comarca que tiene aproximadamente tres mil km² de superficie y se sitúa al oeste de la provincia de León. Esta zona geográfica singular se caracteriza por una fosa tectónica en la que destaca un cíngulo de montañas romas y aplanadas con crestas residuales. Los suelos son constituidos por una mezcla de elementos finos (ante todo cuarzo y pizarra) con poca capa orgánica. En los valles éstos son más profundos y fértiles con limo y arcilla aportados por el proceso de sedimentación de las laderas. El principal componente de la vegetación natural es el matorral. La flora arbórea es fragmentaria y es dominada por robles y encinas. El clima es caracterizado por inviernos no tan fríos y veranos de calor y sequedad moderados.
La historia vitivinícola del Bierzo se remonta unos dos milenios atrás en el tiempo cuando las legiones romanas introdujeron el cultivo de la vid. Los monasterios en la Edad Media, principalmente los cistercienses, han contribuido a la expansión que ha sido ininterrumpida durante varios siglos. La plaga filoxérica también ha arrasado esta región acabando no sólo con los viñedos sino con la sociedad de jornaleros también. La devastación ha obligado a los viticultores a reinventarse a sí mismos pero el gran resurgir ha llegado solamente en la segunda mitad del siglo XX debido ante todo al movimiento cooperativista.
La D.O. Bierzo fue creada en 1989 y en la actualidad agrupa a más de medio centenar de bodegas, con unas tres mil hectáreas de viñedo registrado que se ubican en 22 municipios. La producción de uva en promedio del periodo 2008-2013 es de 15,3 mil toneladas con lo que se elaboran anualmente aproximadamente 100 a 120 mil hectolitros de vino. En el año pasado la producción total de uvas ha sido 15,48 mil toneladas y 85,6% de esta cantidad se ha destinado para la elaboración de vinos con denominación de origen. En 2012 se han comercializado 7,3 millones de botellas cuyo 27,9% ha sido exportado. (Mercados principales: Alemania, Estados Unidos, Reino Unido.)
Según algunos comentarios publicados en la prensa especializada, el renacer de la Mencía tiene mucho que ver con la llegada de enólogos de formación profesional que están sacando partido al microclima mediterráneo, a la diversidad del suelo y sobre todo a las cepas viejas que aún tienen mucho que regalar. A ellos les guía la búsqueda de vinos de carácter que presenta la evidencia de la fruta fresca y de elegancia en su alta expresión.
Entre las personas que han construido el camino hacía el éxito de este tipo de vinos se destaca Raúl Pérez quien es y procedente de una dinastía local con raíces vitivinícolas centenarias. Actualmente él tiene su propia bodega de donde sale el famoso Ultreia de Valtuille (100% Mencía) que desde su lanzamiento viene siendo aupado a lo más alto por la crítica rindiendo así homenaje a nombre de su pueblo y su variedad renacida. (Hace unos meses a la añada de 2010 la revista The Wine Advocate ha otorgado 96 puntos.) Muchos catadores coinciden en que la mayoría de sus vinos tiene la virtud de unir el carácter experimental con unos umbrales de calidad inesperados para esta región y su uva autóctona.
Otra de las figuras claves de la hazaña de haber hecho triunfar esta región es Álvaro Palacios que pertenece a la famosa dinastía de productores de la Rioja y que ha revolucionado los vinos de Priorat también. Él y su sobrino han formado la bodega Descendientes de J. Palacios que tiene sus viñedos repartidos en varias pequeñas parcelas de vides viejas cuyo cultivo se basa en los métodos de biodinamismo. Su vino ícono es La Faraona (100% Mencía) de muy limitada producción (2012: 665 botellas). Al respecto, hace poco en una entrevista de prensa él ha opinado que «no se hacen maniobras para elaborar un gran vino: es fruto estricto y puro de un viñedo superior». (Su otro monovarietal de Mencía, el Moncerbal de 2011, ha liderado -con 97 puntos- el ranking de vinos de Bierzo catados por el equipo del afamado crítico estadounidense.)
Un gran representante de la nueva generación de enólogos que reivindican la Mencía para la elaboración de vinos de alta calidad es Amancio Fernández, el enólogo de la Losada Vinos de Finca. Sus vinos son caracterizados como sutiles y equilibrados que “buscan integrar la elegancia y la modernidad con la tradición y la expresión del terruño”. Lo que él más valora en un vino “es la personalidad sin maquillajes” o simplemente la honestidad. Esta filosofía se imprime a sus vinos como el Altos de Losada en el cual confluye el trabajo en viñedo y la expresión del suelo. (En 2009 la Wine Enthusiast lo sitúa en su última lista del top 100 a nivel mundial.)
La Asociación para el Desarrollo del Enoturismo en el Bierzo está trabajando para que se mejore la imagen de la Ruta del Vino y en consecuencia la percepción general del turista. Entre las ciudades, la pequeña Villafranca del Bierzo tiene importancia turística particular porque es una antigua estación del Camino de Santiago que recorren los peregrinos procedentes de todos los rincones del mundo. La capital es Ponferrada cuyo monumento más importante es el Castillo Templario y tiene un casco histórico con gran oferta de cultura y ocio.
Hay que referirse también a la gastronomía local que permite el disfrute de un buen maridaje con los vinos. La estrella de su tesoro culinario es el botillo que es un producto cárnico que se elabora con partes procedentes del despiece de los cerdos (costillas, rabo, carrillera, lengua, paletas, espinazo). Se las pica en trozos regulares y se las adoba, se mezcla bien y se deja reposar. Luego se va metiendo en una tripa del intestino grueso para efectuar el proceso de ahumado. Para consumirlo, se lo envuelve en un paño y se mete en una olla en la cual se le deja cociendo de dos a tres horas. Se sirve bien troceado en plato sopero con o sin el caldo y con papa y repollo. Algunos vinos que pueden acompañarlo perfectamente: Baltos (Dominio de Tares), El Cazo (Bodegas Robaliño), El Castro de Valtuille (Castro Ventosa), Carracedo (Bodega de Abada), Tebaida (Casar de Burbia).