La irrupción de las mujeres en el sector vitivinícola no es nueva, como nos dice esta autora, que enfatiza la participación femenina –desde la producción hasta el consumo– en la historia moderna.
por Graciela de la Vega
El vino ha sido un distinguido y hasta impúdico testigo en muchos momentos de la historia, simboliza para algunas religiones la comunión de fe o la unión con un dios; brindar con vino es un rito que ha estado unido a la cultura desde hace miles de años. Cuando se le pone sobre una mesa no sólo es “un fermentado”, es un elemento que transforma una sencilla comida en un banquete; el vino es una cuestión “tan trascendental”, que las decisiones en torno a él se reservaron durante mucho tiempo casi exclusivamente a los hombres.
Hoy las mujeres han irrumpido en el mundo del vino, con su visión holística, la que aporta un renovado carácter de ingenio e intuición que transforma y enriquece la industria en los viñedos, en la producción y el consumo. Encontramos los frutos de la mujer como enóloga, en viñedos y bodegas; como sommelier sirviendo de puente entre el comensal y la carta de vinos, y finalmente como protagonista pujante en el mercado del vino: hoy las mujeres compran más vino que nunca y experimentan el placer de consumirlo con mayor conocimiento, variedad y frecuencia.
La participación de las mujeres en la historia de la producción de vino, la vemos, si nos esforzamos, desde el momento en que los seres humanos descubrieron la característica especial de ese jugo que se transmutaba en un elixir que los llevaba al paraíso… pero mi viaje no será tan lejano, reseñaré sólo la etapa moderna, de la cual tenemos hasta hoy el placer de degustar los frutos del empeño femenino.
Así, a finales del siglo XVIII, en medio de guerras y fuertes cambios, fatal momento para los negocios, una mujer se inició en la tradicional industria del vino, Nicole Barbe Ponsardin más conocida como Madame Viuda de Clicquot, tras la muerte de su marido y con sólo 27 años se dio a la tarea de edificar una de las bodegas de champaña más famosas del mundo e innovar algunas técnicas para la vinificación, que han resultado aportaciones fundamentales para la industria. La bodega “Veuve Clicquot” con 150 años, continúa siendo una de las más prestigiadas en el mundo.
Otra mujer representativa del tesón femenino en la industria del vino es Madame Jeanne Alexandrine Pommery que en 1858 se inició en la producción de champaña. Entre sus innovaciones mencionaré el champaña extra sec o brut nature.
La superstición reza “mujeres dentro de las bodegas, seguro que se agria el vino”. Pero hoy las mujeres han roto ese tabú y convierten el tradicional amor prohibido, en amor virtuoso.
Ya en este milenio, para beneficio del mundo del vino, las mujeres están dentro, avanzando a lugares de liderazgo, realzando una nueva generación de vinos. Así encontramos a la Baronesa Philippine de Rothschild, como presidenta de las bodegas Mouton Rothschild; Corinne Mentzelopoulos, propietaria de la casa Chateau Margaux, considerada por conocedores como una de las mejores del mundo y Gina Gallo, talento de las bodegas Ernest & Julio Gallo, la mayor productora en California.
En América Latina en Río Negro, Argentina, Emilce Notaro, se ha convertido en la primera mujer que encabeza una bodega en la región.
En la bodega mexicana Santo Tomás, la más antigua de Baja California, Laura Zamora es la responsable de la enología. Y en Valle de Guadalupe, un grupo de enólogas llevan seis años haciendo vinos artesanales; auto nombradas “Damas de la cata”, participan desde la pizca hasta la degustación.
El acierto olfativo de los especialistas, como los sommeliers, apenas es más agudo que el del común de la gente, pese a que se afirme lo contrario. Lo que sí es sorprendente es que el olfato femenino experimenta los aromas con mayor intensidad y encuentra con mayor naturalidad el nombre del olor que identifica. Estas cualidades naturales convierten a las mujeres en personas idóneas para determinar las características de un vino. Dichas aptitudes femeninas son fundamentales para explicar su creciente presencia en la industria a nivel mundial; en el caso de México, 20% de sommeliers y personas relacionadas con la distribución del vino son mujeres.
A este rol de la mujer en el mundo vinícola le acompaña la parte femenina en el consumo. La preferencia femenina ha roto la barrera de los vinos blancos; hoy la mujer selecciona la mejor opción, amplía su experiencia apreciando los diversos vinos que se ofrecen para todo gusto y bolsillo y elige el producto que mejor acompañe los platillos, que haga la mesa perfecta o aquel que sea de su agrado. Las mujeres reconocen el maridaje y lo reinventan.
En el caso de México, según la Asociación Nacional de Vitivinicultores, la mujer se encarga de la compra de vinos de lunes a viernes, mientras que el hombre se encarga los fines de semana. La diferencia: un artículo de despensa o uno de lujo; por lo que suponemos que la decisión de compra de calidad aún está presidida por el hombre.
En Europa la demanda femenina está superando a la masculina. Específicamente en Gran Bretaña, las mujeres declaran consumir el 80% del vino. El consumo y la producción de vino siguen creciendo, y tienen aún para donde expandirse. Mujeres al borde de la industria y del consumo del vino.
Graciela de la Vega es periodista gourmet, especializada en vinos.
Comentarios
1 respuesta a «Mujeres en el mundo del vino»
tenes tienda de vinos,soy ana maria estudi con vos en la enet